Primer Intento (de las obviedades)

Este mundo postmoderno que nos tocó vivir es, sin duda, el más complejo de todos los tiempos históricos con registro. Cada día estamos saturados de información y el proceso no se basa en obtener la mayor cantidad, por el contrario, en la habilidad para depurar ese bombardeo informativo y mediático al cual nos vemos sometidos.

Los sucesos no solo suceden en tiempo presente y para los actores relevantes, hoy en día se perpetúan en la memoria colectiva y es esta la que decide el momento en que habrán de marcharse. Desde que abrimos los ojos no tenemos otra opción que elegir, elegir que es lo que queremos desayunar, que ropa vestir, que ruta tomar, que humor tener. Estamos condenados a elegir y que difícil es elegir hoy en día. Con la saturación de opciones siempre tendremos ese cosquilleo de no haber hecho la mejor elección posible, de haber cometido un error, de saber que el vecino estará más satisfecho con su resultado. Los libros se multiplican como hormigas y es imposible saber cual será la reina del hormiguero.

Sobresalir es otro hito imposible. Aún los mejores y más sabios pensadores se encuentran en nuestra realidad con la dificultad de hacerse notar. Se ven cubiertos con el velo de la depuración. Una depuración no siempre bien informada que lleva a filtros incorrectos. Con el debido respeto, Aristóteles, Platón y aún algunos filósofos más recientes como Descartes y Kant no se veían sumergidos en una competencia tan voraz y compleja. Con la velocidad y cantidad de información, de teorías, de opciones es por demás difícil sobresalir. Mejor dicho. Sobresalir es imposible. Raskolnikof se equivoco, no hay hombres por arriba de los demás. No hay crimen sin castigo.