The Big Taco

Tanta información en Internet que un poquito mas no hará dañó, y si es inutil e insulsa mejor...

Monday, November 06, 2006

Triste. Cierto.

Estacionando el auto fue cuando se dio cuenta que ya no podía sentir. No es que sus terminaciones nerviosas estuvieran atrofiadas, tampoco que su medula ósea hubiera dejado de tratar con el encéfalo, no podía sentir con su corazón. Hasta esta última idea le causó pensamientos encontrados, demasiado cliché para ser sincero, demasiado directo para referirse a su lado emotivo.

Toda la noche pasó en un abrir y cerrar de ojos, como memorias a cuadro que no tienen porque tener coherencia, pum, en el automóvil buscando la fiesta, pum, sirviéndose una cuba libre, pum, tambaleando mientras busca una canción en la computadora, pum, ¿dónde está?.

Pum. Frente a su casa, charlando de flagelos pasados como quien cuida un cachorro que se encontró por error mientras tiraba la basura después de una fiesta, recriminándose, ambos, no tener memoria ni autogobierno, no ser capaces de separar su lado brutal de la tersa farsa que montan de lunes a viernes, esperando a que alguno de los dos diga que no puede más, que esta harto de tratar de entender la rotación de los planetas y el acomodo de sus pudores en ese pornográfico idilio. No más.

En instintivo maneja su auto, toma el camino que la rutina le dice que ha de evitar, es decir, toma la calle que ha aprendido a despreciar, la calle que representa el caos de la ciudad. -Es domingo, el tráfico no habría de ser un problema.-Es la excusa que se da cuando nota que transita por enfrente del Vips donde juró no volver a verla, donde prometió enamorarse día a día para evitar amar de verdad, que afán de esta sociedad de creer en una figura tan lejana como abstracta, y cara.

Alto total. Ni siquiera la patrulla que se encuentra a su lado hace por mover tantos coches, es como si todos supieran la causa. Unos metros más adelante un loco romántico estrella su automóvil contra el poste de la escuela en la que curso su secundaria. No suenan las bocinas, algunos incautos bajan al asfalto tratando de ver por entre las filas si la espera será cuestión de horas o de minutos. Otros, como nuestro amigo, toman el periódico con cierto tedio esperando que nadie les moleste, que si han de obligarle a esperar bajo el sol con vecinos por completo ajenos, por lo menos no busquen una sonrisa o cualquier señal de consentimiento.

No toma demasiado tiempo, es más, para cuando se da cuenta que la fila avanza, ya es hora de aventar el papel y hacer el cambio en la palanca. Segunda, tercera, quinta. No podríamos saber porque acelera de esa manera, no tiene que llegar a ningún lado, es como una forma de rendirle tributo a aquel occiso que entrego su vida para hacerle el domingo menos común, para agregarle algo a ese día que pensaba no tendría ninguna relevancia.

Así fue que llegamos al garage. Con el motor apagado y las manos en el volante, disfrutó de la contradicción que emergía en su cabeza. Ni la fiesta, ni la pelea, ni la muerte ajena traspasaron su piel, no le importaba la diversión o el enfado, nunca más tomaría ese camino de regreso a casa. Falta ver las consecuencias, un domingo cualquiera se vuelve cámara de introspección a causa de eventos incoherentes.

–A la próxima me voy por Insurgentes. –Y subió al elevador.

1 Comments:

Post a Comment

<< Home