Y sólo se fue a quedar.
Irónico, el aparente caos vial del Distrito Federal es en realidad una pieza de ballet y una opera multi-aclamada. Los microbuseros pelean el carril de la derecha danzando como delfines en el mar, mientras los pecesillos de los conductores fruncen el ceño, mientan madres y siguen con su camino. Las anguilas de los taxistas avanzan destellando "Libre" sin importar la veracidad de su señal, el risco que representaría cualquier oficial de tránsito se ve poco a poco desquebrajado en su imagen así como en su autoridad. Es todo una fosa marina que se encuentra más alla del bien y del mal.
Life goes on
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